lunes, 10 de diciembre de 2012

 Vive en un bosque.
 Tiene su lugarcito en el bosque.
 Camina por el bosque, siempre contenta, siempre con una sonrisa.
 Se pierde un día, o una noche no sabe definirlo, no quiere definirlo realmente.
 Sigue caminando arduamente, ya volverá, no tiene nada de qué preocuparse.
 Pasan horas y horas, días y días, y así hasta que poco a poco se aleja de su lugarcito, empieza a recorrer senderos, no está segura si va o viene, si se alejó realmente o si está regresando.
 Un poco cansada se resigna, ya pasó mucho tiempo, no sabe exactamente cuánto, pero sabe que nada es lo mismo, o cree saberlo.
 Termina aceptando un nuevo lugar como su lugarcito, en otra parte del bosque. Incluso también en otro bosque. No lo sabe ni le interesa.
 Con las horas, los días, ¿incluso los meses? se acostumbró, dejó de buscar su anterior lugar en el bosque, creyó entender que su lugar estaba con ella, donde fuera, allí estaría. Volvió a estar contenta, siempre con una sonrisa.


 Un tiempo después, unas horas, días, meses o ¿años?, volvió a su antiguo lugarcito del bosque, pero ya no era lo mismo. Su esencia había cambiado, algo le faltaba, ya no era ese lugar cálido y contenedor. Lo observó fijamente por un instante, intentando recordar con claridad para ver si no se había confundido, si algo en concreto llamaba su atención, si algo le recordaba ese lugarcito especial. Pero no encontró nada.
 Negó con la cabeza y sonrió...seguramente habría muchos lugarcitos por el bosque pero este definitivamente ya no era, o nunca fue, su lugarcito.
 Siguió caminando sin rumbo y con un peso menos encima, ya no tenía que encontrar nada más, ella haría de cada lugar su lugarcito.

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