saqué de una de las cajitas mi cuaderno del principio del año pasado, busqué la lista de objetivos y con la mayor sinceridad que pude tilde cada cosa dependiendo si la había logrado o no. Al final conté cuántos eran positivos y cuántos negativos; me quedaron 6 y 6, por lo que llegué a la conclusión de que fue un año neutro.
En el fondo no lo creo tan así, pero ya pasó, quedara en mi cabeza como cada año, con cosas más marcadas, algunas intentándolas borrar, con mis aciertos y mis errores, mis eternas tristezas y mis grandes alegrías, con todas las personas que me acompañaron y me dejaron en el camino, para seguir el suyo; con aquellos que deje, con más o menos emoción; con todos los nuevos que empezaron a caminar conmigo y siguen haciéndolo de una u otra manera, y con los que desde hace ya un tiempo, me siguen bancando y seguimos caminando más o menos a la par.
Creo que eso es lo que rescataría del año que se fue, ningún año tiene la culpa de ser un año bueno o malo, de eso me hago plena responsable, pero de todos puedo marcar algo diferente, creo que lo que más rescataría del año este, es como pase de estar rodeada de gente a creerme totalmente sola, para lograr salir con ayuda de algunos y terminar rodeándome de nuevas personas.
Puedo decir más o menos orgullosa que me gusta mi carrera y me gusta como me desarrollé en mi primer año de facultad, que me gusta mi familia y que siempre me puedo sentir apoyada y que los voy a apoyar y cuidar de la misma manera, que me gustan mis amigos, y que por eso los quiero conservar. Y que, principalmente, me gustan todas las cosas que me hicieron mierda, que me hicieron tocar fondo, que me hicieron intentar abrir un poco más los ojos, y me hicieron acercarme un poco más a mí y luego poder darme a conocer ante los demás.
Si no me quiero yo, nadie más lo va a hacer, me cuesta, pero me quiero un poquito más gracias a todo lo que logré vivir en este año que quedo guardado entre los años que ya llevo logrando, bien o mal, vivir.
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